Una pareja de pingüinos machos, Sphen y Magic, unidos en una sólida relación sexual y afectiva, han dado ejemplo de paternidad responsable en la colonia de una treintena de estas aves en el acuario de Sídney. A diferencia de las demás parejas, todas formadas por macho y hembra y que exhibieron diferentes grados de negligencia, mostrándose incapaces todas de tener progenie, Sphen y Magic han manifestado una capacidad, una diligencia y una abnegación admirables a la hora de empollar un huevo y sacar adelante la cria,
Ambos padres estuvieron presentes en el feliz momento de la eclosión y mostraron su emoción al nacer el polluelo cantándole como suelen hacer los pingüinos. En El peor viaje del mundo, el explorador Apsley Cherry Garrard, que acompañó a Scott hacia el Polo Sur y hubo de afrontar temperaturas de -50 grados para conseguir tres huevos de pingüino emperador en el cabo Crozier (para la ciencia, no para tortilla), explica como esas aves les cantaban y cómo los exploradores hacían lo mismo entonando el himno nacional británico, ante lo que los pingüinos se lanzaban al agua.
Si al recién llegado Sphengic le sorprendió encontrarse con dos papás no lo manifestó y empezó a parlotear alegremente con ellos. En la actualidad lo están enseñando a nadar.
Sphen y Magic, de seis y tres años respectivamente, de la especie de pingüinos juanito (Pygoscelis papua) —que se caracterizan por la mancha blanca en la parte alta de la cabeza—, y de carácter muy diferente, ya eran antes de ser padres una pareja famosa en Australia. Su relación, muy estable a diferencia de la de otras parejas heterosexuales —pese a los mitos sobre la monogamia y la fidelidad del pingüino—, coincidió con la lucha en el país por legalizar el matrimonio gay.
Los pingüinos suelen tener relaciones homosexuales (incluso para siempre) y nidificar. Pero, claro, lo que no suelen tener dos machos es un huevo, aunque se han dado casos en que han sustraído uno. En 2014, Jumbs y Kermite, dos pingüinos humboldt macho del zoo de Kent vivieron una historia similar al empollar un huevo abandonado y criar con devoción al pollo. También Roy y Silo, dos pingüinos barbijos macho del zoo de Central Park en Nueva York, hicieron lo mismo tras compadecerse los criadores al verles empollar una piedra. Su historia fue muy popular e incluso la llevaron (no ellos, claro) al teatro con el quizá no muy inspirado título de Birds of a feather. Curiosamente, la cría, Tango, una hembra, se emparejó con otra pingüina al hacerse mayor.
En todas las especies de pingüinos, como se ve, se dan comportamientos homosexuales (más información en Homosexual mating displays in penguins, Ethology 116, 2010), algo que, junto con otras prácticas observadas, escandalizó en su momento a los naturalistas que los estudiaron. Es conocido el caso del investigador George Murray Levick, oficial médico con Scott en 1910, al que los actos de “sexo no procreativo” de estas aves (entre los que incluyó la necrofilia y el abuso de menores) incomodaron tanto que los escondió en sus informes describiéndolos en griego (!) y luego excluyéndolos de la publicación oficial.
Los científicos señalan que en prácticamente todas las especies se dan comportamientos homosexuales y las que no los tienen es esencialmente porque no practican el sexo, como los erizos de mar (y no es broma). Aun así puede sorprender saber que en las relaciones sexuales entre jirafas, nueve de cada diez, según algunas fuentes, se producen entre machos./Difundido por MSN